¿Hay algo por qué vivir?

Por Ray C. Stedman


"¿Hay algo por qué vivir?" Ésa es una pregunta que llena muchos corazones hoy, tanto de cristianos como de incrédulos. Éstos son tiempos de crisis. Los sentimos con gran intensidad en esta hora presente. Muchos están preocupados por el panorama gris que presenta el futuro. Las tasas de suicidios entre los adolescentes se disparan a medida que se propaga la desesperación. Así que muchos se hacen la pregunta, "¿hay algo por qué vivir?". Existe una maravillosa respuesta que se provee en este pasaje de 2 Corintios 5, la cual estaremos estudiando hoy. Espero que a muchos les ayude.

Esta semana estuve en una conferencia en el sur de California, donde la primera noche escuché un mensaje muy penetrante y perceptivo por el Dr. Charles Malik, un espléndido estadista del Líbano, quien, en una ocasión fue Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Él dio un análisis muy incisivo de dónde nos encontramos hoy en el mundo, y de los factores detrás de la crisis en la que vivimos. Nos dio doce puntos mostrando eventos peligrosos y significativos de los que él consideraba que nosotros en el mundo occidental no estábamos lo suficientemente al tanto y que se nos estaban acercando sigilosamente.

Al revisar estos puntos, se podía ver cómo la presión y el peligro para la vida de nuestra nación, así como también para la nuestra de manera individual, estaban aumentando por todos lados. Cuando terminó, tal y como creo que a menudo sucede en estos días en que sólo se miran las cosas que se ven, nos dejó con una gran sensación de casi desesperanza de que hemos ido demasiado lejos y que no hay mucho que podamos hacer al respecto. Nunca la desesperanza de nuestra era y de nuestros tiempos ha sido declarada de manera más elocuente que, tal vez, por el más elocuente de los hombres, Malcolm Muggeridge, cuando habló no hace mucho en la Institución Hoover, aquí en Stanford. Él resumió el final de la civilización occidental con estas palabras.

La conclusión final parecería ser que mientras que otras civilizaciones fueron derrocadas por los ataques de bárbaros desde afuera, la nuestra contó con la distinción de carácter único, de capacitar a sus propios destructores en sus propias instituciones educativas y de proveerles las facilidades para propagar su ideología destructiva por todas partes, todo con fondos público. Por lo tanto, el hombre occidental decide abolirse a sí mismo, creando su propio aburrimiento de su propio bienestar económico, su propia vulnerabilidad de su propia fuerza, su propia impotencia de su propia erotomanía, tocando él mismo la trompeta que hizo caer los muros de su propia ciudad. Y, habiéndose convencido él mismo que eran demasiado numerosos, trabajó arduamente con píldora y escalpelo y jeringa para hacerse menos, hasta que finalmente, habiéndose educado para volverse imbécil y habiéndose contaminado y drogado hasta ponerse estupefacto, se desplomó, un brontosaurio cansado y maltrecho, y se extinguió.

Bueno, el mundo del primer siglo se veía sombrío de una manera muy similar, y en los días de los apóstoles no había mayor razón para la esperanza de la que la hay ahora en nuestros tiempos. Pero, cuando uno va a las páginas del Nuevo Testamento, nunca se ve la reacción de la desesperación. Hay un grito de triunfo y de esperanza que va a lo largo de todas estas páginas, aunque las circunstancias que los rodeaban no se veían más esperanzadoras que las que nos rodean a nosotros.

Notemos cómo lo dice Pablo al presentarnos este pasaje aquí. Versículo 6, "animados siempre"; luego otra vez en el versículo 8, "cobramos ánimo". Esa nota ha sonado una y otra vez a lo largo de este pasaje. En el versículo 1 del capítulo 4, dice, "Por tanto, puesto que tenemos este ministerio, según hemos recibido misericordia, no desfallecemos"; y en el versículo 16 del capítulo 4, dice, "Por tanto no desfallecemos".

Por supuesto, la clave es las palabritas "Por tanto". Él dice que debido a lo que ha estado diciendo, nosotros no desfallecemos y cobramos ánimo. "Por tanto" -- ¿qué significa eso? Bueno, a través de todo el relato, claro está, él ha estado hablando acerca del poder y de la actividadd y de la disponibilidad de Dios. Ésa es la base para la esperanza cristiana. Ésa es la respuesta a la desesperación desbordante, el hecho de que Dios va a hacer algo, que está haciendo algo, y que se puede contar con Él para actuar. Allí es donde debe surgir la renovación de la esperanza de una persona. Dios va a actuar tanto en el futuro más allá de la muerte, y va a actuar y está actuando en el presente, justo en medio de las amenazas y de los peligros de la vida, tal y como los conocemos. En este pasaje, en el capítulo 5, versículos 6-17, el apóstol ve tres efectos muy prácticos y útiles para nosotros debido a nuestra relación con Dios. El primero ya se ha declarado: "Cobramos ánimo". Tenemos esta relación, conocemos a esta clase de Dios, vivimos en medio de esta clase de vida, y sin embargo, cobramos ánimo. Él ve dos razones para ello:

Por tanto, animados siempre y sabiendo que mientras habitamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero cobramos ánimo y preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor. {2 Co. 5:6-8 RSV}

La primera razón es que estamos en contacto con el Señor por fe, no por vista. No lo vemos, Él no viene y se sienta junto a nosotros y nos habla y nos pasa el brazo por los hombros y nos alienta, pero, sin embargo, tenemos Su presencia con nosotros. Ésa es la primera gran razón para tener siempre vigor y valor renovados. Ninguna circunstancia por la que jamás pasemos significará que nos ha abandonado y nos ha dejado por nuestra cuenta.

El Señor mismo se lo dijo de esta manera a los discípulos en el aposento alto. Ése era un momento de tribulación; sus vidas estaban en peligro, pero Él dijo, "No se turbe vuestro corazón; creed en Dios, creed también en mí", {Jn. 14:1}. Y un poquito más tarde, "No os dejaré huérfanos. No os voy a abandonar. Vendré a vosotros. Por medio del Espíritu estaré allí y mi presencia ira con vosotros", {compare Jn. 14:18 y siguientes}. Él había prometido, "He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo", {compare Mt. 28:20}. Espero, como cristianos, que nunca olvidemos esa promesa. Eso es real y de vital importancia. Eso nos sostendrá y nos alentará no importa cuál pueda ser nuestra situación. No estamos solos. Él está con nosotros. Caminamos por fe y no por vista. Tenemos una provisión completa de amor y de paz y de gozo que nos mantenga en medio de cualquier cosa. ¿Ésa es razón suficiente, no es cierto, para decir, "Por tanto [estamos] animados siempre"?

Pablo ve otra razón. Él dice, "Preferimos más bien estar ausentes del cuerpo y habitar con el Señor". Él está mirando en el futuro y resumiendo lo que vimos en los primeros cinco versículos de este capítulo, el gran cantidad de gloria que nos está aguardando, y para la cual las circunstancias y las pruebas que actualmente padecemos nos están preparando. Él está mirando hacia el futuro. Esto es siempre algo característico de los cristianos que comprenden el mensaje del cristianismo. Son como niños que están esperando la Navidad. No miran hacia atrás, al Halloween, ni siquiera al Día de Acción de Gracias, sino que van de frente hacia la Navidad. Eso es lo que ahora está delante de nosotros, y los gozos de ello despiertan la expectativa y una sensación de emoción prometedora. Eso es lo que Pablo dice que nos arma de valor en nuestros esfuerzos hoy. Tiene un efecto sobre nosotros ahora. Tal y como lo dice en Romanos 8, "Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos", {compare Ro. 8:25}. Esperamos estar en casa con el Señor.

Me encanta esa expresión. Note cómo se dice aquí. La palabra se usa tanto para nuestra vida en el cuerpo como para nuestra presencia venidera con el Señor. Se dice que ambas manifiestan una experiencia de estar "en casa". ¿Qué significa eso? Bueno, en este momento usted se siente "en casa" dentro de su propio cuerpo, ¿no es así? Usted no se siente como un extraño dentro de él. No siente que es algo antinatural. Se siente relajado. Usted se sentiría muy tenso y antinatural si no tuviera su cuerpo. Se siente como en casa dentro de él. Eso es lo que significa. Ahora bien, usando el mismo lenguaje, el apóstol dice que cuando usted deje este cuerpo terrenal y reciba el cuerpo de gloria que está aguardando por usted, allí también estará como en casa. No será una experiencia de tensión o de sentirse diferente, sino natural. De hecho, más adelante en esta carta, en el capítulo 12, el apóstol habla de ser arrebatado al tercer cielo a la misma presencia del Señor. Dice, "Y conozco a tal hombre (si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe que fue arrebatado al paraíso", {compare 2 Co. 12:3}.

Eso es un motivo de aliento para nosotros, de que hacia donde se nos está dirigiendo no es un lugar terrible o tan terriblemente diferente que tengamos que estar asustados. Estaremos en casa con el Señor, en Su misma presencia, ya no viéndolo más sólo con el Espíritu dentro de nosotros, sino cara a cara. Si, como dice Pedro, es cierto que "a quien sin haberle visto, le amáis" {compare 1 P. 1:8}, ¿cuánto más cierto será eso cuando lo veamos cara a cara? Así que se nos arma de valor para pasar por las dificultades de estos días y a cobrar ánimo porque estamos yendo en dirección de la luz en vez de las tinieblas. Ése es el primer resultado. Luego, el apóstol ve otro efecto de nuestra fe en los siguientes versículos. Lo dice muy claramente en el versículo 9:

Por eso, ya sea presentes o ausentes, ambicionamos serle agradables {2 Co. 5:9 RSV}

Tome nota de lo que dice: Ya sea "presentes" (eso significa con el Señor, porque es la última referencia que hace al respecto), o "ausentes" (del Señor aquí en el cuerpo), en cualquiera de los dos lugares, el propósito y el objetivo de nuestras vidas es agradar a Dios. Ése es un principio eterno. No es algo que va a cambiar cuando dejemos este mundo. La verdadera razón por la que tenemos que estar aquí en la tierra es para complacer a Dios, para ser un deleite para Él, para darle regocijo a Su corazón cuando Él nos observa y obra con nosotros. Así como nuestros hijos nos complacen frecuentemente, nosotros hemos de complacer al Señor. Ése es el único propósito para nuestras vidas, y eso s lo que Pablo está diciendo aquí. Existen dos maneras por las que eso se manifiesta. Pablo trata con ellas de manera muy precisa: Primero, en el área de nuestros motivos. Aquí es donde él introduce todo este asunto del "tribunal de Cristo", por cuanto, en relación con complacer a Dios, dice (versículo 10),

Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo. {2 Co. 5:10}

Esto es frecuentemente un concepto muy aterrador y malinterpretado por muchas personas. El apóstol habla de un "tribunal", lo que siempre lanza un ataque de terror a nuestros corazones. Me temo que mucha gente identifica esto con esa escena aleccionadora e imponente en el capítulo 20 de Apocalipsis, en donde todos los muertos, grandes y pequeños, están de pie delante del "gran trono blanco" de Dios. En un momento imponente del juicio, dice que "los libros fueron abiertos" {compare Ap. 20:12}, se revisan las vidas y se establecen los destinos eternos. Es una escena terriblemente impresionante, y muchos creen que es a esto a lo este pasaje hace referencia.

Pero, si lo lee de esa manera, usted habrá perdido totalmente el objeto del pasaje. Éste no es un juicio para establecer destinos. Es una evaluación personal que el Señor mismo le hace a cada persona de cómo realmente ha sido su vida. Es como si usted y el Señor caminaran juntos de vuelta a través de todas las escenas de su vida, y Él le señalara la verdadera naturaleza de lo que usted hizo y dijo y lo que estaba detrás de todo ello.

La característica fundamental del "tribunal" es que es un tiempo en el que se nos revela a nosotros lo que ha estado escondido en los rincones silenciosos e internos de nuestros propios corazones. Y no sólo es una revelación para nosotros, sino también para los demás. De hecho, la palabra que se usa aquí es muy interesante. Dice "todos nosotros debemos comparecer". En un sentido, literalmente dice "todos seremos manifestados", "a todos se nos quitará el velo" en el tribunal de Cristo, a los ojos de todos. De eso se trata. Éste es el momento del que habló Jesús cuando dijo, "lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas". Y se nos lo describe en la primera carta a los Corintios, capítulo 4, donde Pablo dice, "Por tanto, no juzguéis antes de tiempo, sino esperad hasta que el Señor venga, el cual sacará a la luz las cosas ocultas en las tinieblas y también pondrá de manifiesto los designios de los corazones", {1 Co. 4:5} . De eso es de lo que está hablando.

La preocupación de Dios no se encuentra, como a menudo pensamos, en lo que hacemos sino más bien en el por qué lo hacemos. Por supuesto, hay algunas cosas que no hemos de hacer y que lo molestarían si las hiciéramos. Existen ciertas áreas de pecado bien definidas que siempre son pecado. Se las menciona en todas partes de las Escrituras - asesinato, adulterio, mentir, robar, etc. Éstas son siempre e invariablemente malas, y hacer estas cosas significa desagradar a Dios.

Pero también hay muchísimas cosas que aparentemente está bien hacerlas y aún así seguir desagradando a Dios. Si la razón por las que usted las hace es para ganar gloria o fama para usted o para vengarse de alguien o para establecer alguna relación malsana o desmedida que Dios no aprueba, entonces están mal. La intención de usted es importante. Y más que eso, tal y como lo hemos estado aprendiendo de este pasaje, aquello con lo que usted cuenta, su recurso, es importante para Dios. ¿Con qué cuenta usted para tener éxito -con su capacidad, con su educación, con su experiencia, con sus antecedentes, con algo que proviene de usted? ¿O cuenta usted con el Dios que mora dentro de usted para hacer el trabajo y continuar con él hacia el éxito, a los ojos de Él, sino a los ojos de los hombres? Eso es lo que complace a Dios.

Hay un versículo en Hebreos que nos dice eso, "Y sin fe es imposible agradar a Dios", {compare He. 11:6}. La fe debe estar presente en lo que hacemos, o en lo que sea que no lo esté complaciendo. Pablo entiende esto, por lo tanto, quiere que ese momento delante del tribunal de Cristo sea un momento de revelación que no sea un motivo de vergüenza para él, al enfrentar cosas que se negó a enfrentar en la vida, sino un momento de gozo. El Señor tendrá el gozo de mostrarle muchas cosas que él creyó que eran fracasos y que en realidad fueron éxitos, y traerá a la luz cosas que hizo de las que nadie oyó y las mostrará vívidamente delante de los demás.

Así que es un tiempo de revelación, pero también un tiempo de evaluación cuando aprendemos por primera vez quién tenía la razón y que actitudes debimos haber tenido o no. Es un tiempo útil para ver la verdad acerca de nosotros mismos. Si eso lo asusta, quiero decirle esto: Hay algo que puede hacer al respecto. Se encuentra en 1 de Corintios 11, donde Pablo dice, "Pero si nos juzgáramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados", {1 Co. 11:31}. De esto es de lo que está hablando. En un sentido, el tribunal de Cristo ya ha comenzado. Esto es lo que el Señor hace conmigo todo el tiempo. ¿Lo hace con usted? Siempre, por Su Espíritu, me está señalando que tuve una actitud equivocada o un motivo equivocado para hacer algo. Algunas veces, señala un motivo correcto y confirma dentro de mí que estaba haciendo lo correcto con una actitud correcta, y él entendía si la gente lo aceptaba o no. Ése es el continuo tribunal de Cristo. Si ahora nos permitimos enfrentar la verdad así, no tenemos que enfrentarla en el tribunal de Cristo. Ya no tendrá que ser expuesta allí porque ya se habrá resuelto.

Es por eso que es tan importante que, a medida que crecemos como cristianos, permitamos que el Señor nos deje vernos a nosotros mismos como realmente somos. No debemos defendernos y negarnos a reconocer que Él tiene razón en cuanto a las cosas. La marca del progreso espiritual es siempre estar conscientes de que cada vez más tenemos todas las posibilidades y el potencial para el mal que están en nuestros corazones. Ése ha sido mi caso. Encuentro que cuanto más viejo soy, tanto más consciente estoy de cuán equivocado he estado, de cuántas son las personas a las que he herido sin darme cuenta, y de la sensación cada vez mayor del control que el mal ha tenido sobre mí en mi vida y en mis relaciones. Pero eso no me desespera porque sé que Dios lo ha visto todo desde el principio. Él ha lidiado con ello y lo ha dejado de lado. Ésa no es la base de mi relación con Él en absoluto. Él me ha dado el regalo de la rectitud. Él me ama. Yo le gusto. Ésa es mi relación con Él. Ahora bien, todo esto también es cierto en el tribunal de Cristo. Será un tiempo de revelación, de evaluación, pero también un tiempo de aliento en donde veremos y aprenderemos el valor real de muchas cosas que pensábamos que nadie las conocía y que nosotros mismos a menudo no entendíamos.

En la conferencia que mencioné, estaba con un pastor de San Antonio, Texas, quien me contó acerca de la época cuando el Huracán Beulah vino y devastó toda esa zona del sur de Texas. Miles de personas fueron evacuadas de sus hogares, y las iglesias se abrieron para brindar lugares de refugio para ellas. En esta ciudad tan fuertemente católica, cientos de las personas que albergó la iglesia bautista de este pastor eran católicas. Se les proveyó de comida y de refugio durante siete días más o menos; se les permitió dormir sobre las bancas, y se les brindó recreación, cultos de adoración, etc. Al final de todo ello, dijo que el obispo católico, un hombre piadoso, vino para agradecerle. Habían sido amigos durante algunos años, y este hombre le dijo, "Quiero agradecerte a ti y a tu gente por lo que han hecho por nuestra gente. Sé que probablemente no signifique mucho para ti que yo lo diga porque sólo soy un hombre, pero uno de estos días vas a estar delante del Señor mismo. Él te mirará con esos bellos ojos suyos y dirá "Buckner, fue algo maravilloso lo que hiciste cuando aceptaste a esos refugiados, y quiero agradecerte por ello". Entonces eso significará algo para ti", dijo.

Esto es verdad, ¿no es cierto? El tribunal de Cristo no sólo está allí para un momento de evaluación honesta y de comprensión de la necesidad de los motivos apropiados para lo que hacemos y de la dependencia apropiada de los recursos, sino que también será un tiempo de aliento -- "cada uno será recompensado por sus hechos". Ahora bien, muchas personas hacen la pregunta, "Bueno, ¿y qué acerca de las reecompensas aquí? Ésas son las que me interesan". Permítanme decirles algo. He tenido que revisar y corregir algunos de mis conceptos a lo largo de esta línea. Cuando era un joven cristiano en crecimiento, se me enseñó que todas esas coronas, la corona de la vida, la corona de justicia, la corona de gloria, etc. que se mencionan en las Escrituras son las recompensas que se reciben en el tribunal si es que merecemos alguna recompensa en absoluto. Pero he llegado a ver que eso no es verdad. Una corona es básicamente un símbolo del regalo de Dios a nosotros, el cual es la vida eterna. La vida, en sus diversas capacidades, en sus diversos énfasis y aspectos, se simboliza por medio de coronas y siempre son regalos en la Biblia. Nunca se gana una corona de gloria. Nunca se gana la corona de la vida. No se puede ganar la corona de justicia. La justicia es un regalo que ninguno de nosotros puede ganar. Éstos son símbolos, por lo tanto, del regalo de la vida eterna que Dios nos da gratis en Jesucristo nuestro Señor.

Bueno, entonces, ¿qué es lo que se puede ganar o perder en el tribunal de Cristo? La respuesta es, la oportunidad para demostrar la naturaleza de la vida que se nos ha dado. El grado en el que se puede manifestar eso se determinará por nuestra fe aquí, y la oportunidad que recibiremos para manifestar la gloria de Dios se determinará por el grado en el que podamos demostrarla. Eso difiere según la persona. En la parábola de los talentos, Jesús dijo que aquéllos que usaban sus talentos, que aprovechaban sus oportunidades, que eran fieles en su dependencia de Dios y que estaban motivados de una manera correcta, recibirían dominio sobre otras cinco ciudades, y otros, dominio sobre otras diez ciudades. ¿Qué quiere decir con esto? Quiere decir que a éstos se les dará una oportunidad mayor, un área mayor para demostrar la naturaleza de la vida y de la gloria de Dios que han recibido como un regalo.

Esto es lo que quiere decir Pablo cuando habla de "correr en el estadio" {compare 1 Co. 9:24}, y dice, "prosigo hacia la meta para obtener el premio", {compare Fil. 3:14}. A él le preocupa que esto no suceda y golpea su cuerpo " y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado", {1 Co. 9:27}. Es lo que dice en 1 Corintios 3, "la obra de cada uno...será revelada...probará la calidad de la obra de cada uno" {compare 1 Co. 3:13}, de dónde viene, cuál es el motivo que está detrás de ella, y de qué recurso dependía. Entonces, si un hombre tiene éxito, "recibirá recompensa" {compare 1 Co 3:14}, una gran oportunidad para demostrar esa vida, o, "sufrirá pérdida", {1 Co. 3:15}. No tendrá esa oportunidad. Eso es lo que determina el tribunal de Cristo. En relación a ello, Pablo prosigue diciendo que no sólo hemos de llevar vidas que complazcan a Dios en lo que respecta a nuestros motivos, sino también en nuestras acciones de fe, por cuanto dice:

Por tanto, conociendo el temor del Señor, persuadimos a los hombres, pero a Dios somos manifiestos, y espero que también seamos manifiestos en vuestras conciencias. No nos recomendamos otra vez a vosotros, sino que os damos oportunidad de estar orgullosos de nosotros, para que tengáis respuesta para los que se jactan en las apariencias y no en el corazón. Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. {2 Co. 5:11-13}

¿Qué está diciendo aquí? Bueno, al ver su propia vida, dice, "Encuentro una tremenda motivación al estar consciente de que todos los motivos ocultos de mis acciones van a ser puestos al descubierto delante de todos". Él llama a eso el "temor del Señor". No el temor del Señor en el sentido de temblar delante de Dios, sino el respeto a Dios, el estar consciente de que Él es un Dios de verdad y que nadie puede atenuar eso, que nadie puede escapar de ver la verdad acerca de sí mismo. Y no se le puede suplicar a Dios para salirse de esto. Él no hace distinción de personas. Sabiendo esto acerca de Dios, Pablo dice, "Me motiva a ser honesto y fiel en la obra que Él me ha dado a hacer, de persuadir a los hombres".

No lea esto como si Pablo estuviera diciendo, "Voy por todas partes predicando el fuego del infierno y la condenación para que las personas vengan a Cristo". No es eso lo que él quiere decir conocer el "temor del Señor". Él está enfrentando eso en su propia vida. Él está diciendo, "Sabiendo que Dios tratará conmigo de manera honesta, directa y fiel, pero también amorosa, quiero que cada momento de mi vida cuente. No quiero desperdiciar mi vida. No quiero pasarla pretendiendo ser algo que no soy. Quiero ser honesto, abierto y auténtico en todo lo que diga y haga". Ésa es la razón por la que dice, "Todo lo que soy le es conocido a Dios, y espero que ustedes también lo vean".

"Más aún," dice Pablo, "mis acciones están motivadas por el deseo de responder a mis críticos. Hago esto para que ustedes puedan tener una respuesta que dar a aquéllos que me están criticando" . Luego menciona algunas de las cosas que éstos estaban diciendo. Algunos de ellos decían "Oh, ya conocen a Pablo. Está loco. Está demente". Probablemente se referían al relato de su conversión en el camino hacia Damasco cuando la luz brilló de repente y él vio al Señor. Pablo contaba esta historia en todas partes, y al escuchar lo que la gente decía, "Es un soñador. Está loco", Pablo dice, "Si estoy loco, recordad que es para Dios. Yo lo veo, y todo lo que hago es para Él. O si estoy cuerdo", dice, "incluso eso es para vosotros porque eso es lo que Dios me ha enseñado". Entonces su preocupación es que sus acciones sean fieles y honestas y abiertas y que tengan la motivación correcta, y que use las oportunidades que tiene mientras tenga el tiempo. Entonces, lo último que aquí ve es vivir una vida para los demás, motivados por el amor:

Pues el amor de Cristo nos apremia, habiendo llegado a esta conclusión: que uno murió por todos, por consiguiente, todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. {2 Co. 5:14-15}

Otra vez encontramos aquí el segundo gran motivo en la vida del apóstol -- "el amor de Cristo nos apremia". De hecho, es una palabra cuyo significado indica que nos constriñe, que nos hace salir, qque nos motiva, y que luego nos guía cuando llegamos a donde tenemos que llegar, que establece los límites de lo que debemos y de lo que no debemos hacer. Eso, dice él, viene del sentir que Cristo lo ama.

Quiero decirles que no conozco ningún factor motivador que sea más grande ni más poderoso que ése. Algunas veces me aterra pensar en lo que Dios me puede hacer si no me porto bien. Eso algunas veces me motiva. Es una mala motivación, pero allí está. Pero lo que me alcanzará, cuando ninguna otra cosa lo haga, es la continua experiencia del amor de Cristo por mí, un refrigerio para mi espíritu, el cual obtengo al estar consciente que Él me ama, que está a mi favor, que se deleita en mí. Les digo que eso me motivará más que ninguna otra cosa. Eso es lo que Pablo está experimentando aquí, el estar consciente que Dios lo ama. No hay nada como eso. Le da una sensación de seguridad, una sensación de valor de sí mismo, y una buena imagen de sí mismo. Si alguno de ustedes sufre de una mala imagen de sí mismo, entonces, por el amor de Dios, comience a pensar en lo que Dios dice acerca de usted, de cómo le ama, y de cómo Cristo le ama y se ha dado a Sí mismo por usted, y eso lo cambiará todo.

También dice que ha aprendido que la muerte de Cristo lo liberó de la necesidad de vivir para sí mismo. No conozco ninguna otra declaración que sea de mayor relevancia para hoy que ésa. Por dondequiera que me vuelva escucho a la gente hablar de lo que tiene que hacer para "satisfacer sus necesidades". "No voy aquí, no voy allá, porque no satisface mis necesidades". Ahora quiero decirles esto. Jesucristo murió para liberarlos de ese síndrome. Ustedes no necesitan tener sus necesidades satisfechas; Él ya las satisfizo. Si ustedes no han aprendido que Él ha satisfecho sus necesidades, ninguna otra fuente se las podrán satisfacer jamás. Si imponen este concepto errado en las personas, sufrirán el rechazo de parte de los demás porque saben que no pueden satisfacer sus necesidades. Eso es lo que esto significa.

"Y por todos murió", y eso significa que "todos han muerto" para que pudieran comprender que ya no viven para sí mismos. Luego de que Cristo ha satisfecho sus necesidades, y al volverse y tratar de satisfacer las necesidades de los demás, ustedes descubrirán que ése es el secreto de cómo se debiera vivir la vida. Eso es lo que Pablo dice aquí. "Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí", ya no teniendo sus necesidades como el centro de sus vidas, tratando de construirlo todo alrededor de ellas, "sino para aquel que murió y resucitó por ellos". ¿Qué hará esto por ustedes? Él continúa con un par de cosas. Primero, los hará ver a los demás de manera diferente, y luego, los hará tratarlos de manera diferente. Por cuanto:

De manera que nosotros de ahora en adelante ya no conocemos a nadie según la carne; {2 Co. 5:16a}

Ya no las vemos como antes. "Hubo una vez", dice Pablo, "cuando estábamos impresionados con las personas que tenían poder, dinero, o fama. Las seguíamos por todas partes, las imitábamos, y queríamos estar cerca de ellas, lanzábamos sus nombres y queríamos que se nos relacionaran con ellas. Habían otras personas a quienes considerábamos poco conocidas y sin valor alguno para nosotros y las tratábamos como basura", dice, "no teníamos nada que ver con ellas. Pero ya no es así. Ya no tratamos a las personas así. De hecho, había una época", dice, "cuando tratábamos a Cristo de esa manera". Ésta es la única referencia en todo el Nuevo Testamento que indica que tal vez Pablo escuchó personalmente a Jesús. Por cuanto él dice:

...aunque hemos conocido a Cristo según la carne, {2 Co. 5:16b}

¿Qué pensaba de Él? Pues, que Él era un ser despreciable, un agitador que no valía nada, un predicador callejero demagogo proveniente de algún pueblito sucio y poco conocido de donde se creía que nada bueno podía salir de él. Pablo creía que porque Jesús no tenía posición política alguna, no provenía de una familia de renombre, y no contaba con capacitación ni educación, entonces no valía nada. Se esforzó al máximo por exterminar la religión que se formó alrededor de Él porque consideraba a Jesús un impostor y un farsante.

Pero ahora dice, "Ya no más. Hemos aprendido a ver a las personas de manera diferente. Ahora vemos a Cristo como lo que era, el Señor de la Gloria, el Rey de los Tiempos, el Príncipe de la Vida, Dios mismo hecho hombre". En este momento nos vienen a la mente todos esos grandes pasajes cristológicos que Pablo usa. Él dice, "Ya no lo tratamos así. Ya no tratamos a los demás así. Los vemos como lo que son, hombres y mujeres hechos a la imagen de Dios, pero caídos de ella. Son víctimas de las mentiras del diablo, del poder de Satanás, pero son personas importantes y significativas porque la imagen de Dios se encuentra en ellas y ésta puede volver a la vida", dice. "No prestamos atención alguna a sus riquezas, a su condición, a su fama o a cualquier otra cosa. Todos, incluso el más oscuro y despreciable y el más débil entre nosotros es un posible hijo de Dios, hecho a la imagen de Dios, y es tremendamente importante".

Así era como Pablo trataba a las personas. He llegado a ver que ésta es la marca de alguien que comprende el cristianismo. Él ha quedado liberado de parcialidades y de prejuicios y de tratar a las personas según su condición social. Comienza a ser el mismo para con todos, sin importar dónde se encuentren. Por lo tanto, Pablo dice, los tratamos de manera diferente:

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí, son hechas nuevas. {2 Co. 5:17}

¿Qué es lo que quiere decir con eso en este contexto? Bueno, simplemente que siempre hay esperanza para todos. Sin importar de quién se trate, cualquiera puede volver a nacer. Sin importar cuán opuesto pueda alguien ser al evangelio, cualquiera puede cambiar. Un Dios creativo puede alcanzar a los más desesperados, a los que están en la más densa de las tinieblas, a los más despreciables, a los peores, a los más alejados. Y, cuando ellos son alcanzados, nunca tendremos que perder las esperanzas con ellos, porque son parte de una nueva creación. Dios ha comenzado una obra que va a terminar. Frecuentemente considero a las personas como casos perdidos. ¿Lo hacen ustedes?

Justo esta semana que pasó me encontré con alguien a quien había conocido hacía algunos años. La inmadurez de esta persona me había ofendido e irritado de un modo tal que la consideré como un caso perdido. Pensé que este hombre jamás llegaría a nada como cristiano. En mi mente había retenido la imagen que me había hecho de él en ese momento, sin permitir ningún pensamiento que me indicara que hubiese cambiado en absoluto. Pero, cuando lo encontré la semana pasada, quedé asombrado de cuánto había crecido y cuánto había cambiado. Pensé que nadie podría cambiarlo, pero Dios lo hizo, ¡y lo hizo sin ayuda alguna de mi parte! Eso es lo que aprendí. Si tan sólo esperan puede que no puedan hacer nada, pero Dios sí puede y lo hará.

Si están en Cristo, son una nueva creación. Él que ha comenzado la buena obra en ustedes, no dejará de hacerla hasta el día de Cristo. Así que siempre hay esperanza, incluso para mí e incluso para ustedes. Por lo tanto, hemos de tratar a los demás de manera diferente porque ya no vivimos para nosotros sino para Aquél que murió y que resucitó. Bueno, eso sí que hace un cambio. Ésa sí que es una razón para continuar y para vivir hoy. Éste es el tiempo de dar testimonio cristiano por encima de todas las demás épocas en la historia. Qué privilegio será el de estar ante el tribunal de Cristo para saber que nos identificamos con Su nombre y que fuimos amados en Su nombre en medio del vacío y de la muerte y del vacío de un mundo moribundo. Gracias, Señor por ese privilegio.


 BOSQUEJO DE 2 CORINTIOS 5:6-17
1. Los resultados de nuestra esperanza, 5:6-17  
   A. Cobramos ánimo, 6-8          
      1. Porque ahora estamos en contacto con el Señor por fe, 6-7              
      2. Porque anticipamos algo incluso mejor, 8       
   B. Vivimos vidas que complacen a Dios, 9-13             
      1. En nuestros motivos escondidos, 9-10                  
         a. un principio eterno, 9                      
         b. En vista del tribunal de Cristo, 10                                
            (1) un tiempo de revelación                                
            (2) un tiempo de evaluación                                
            (3) un tiempo de aliento
      2. En nuestra actividad continua, 11-13                     
         a. persuadiendo a los hombres, 11                   
         b. respondiendo a las críticas, 12-13     
   C. Vivimos para ayudar a los demás, 14-17                
      1. Constreñidos y guiados por el amor, 14           
      2. Liberados de vivir para nosotros mismos, 15               
      3. Centrando nuestras vidas en los demás, 16-17                 
         a. viéndolos de manera diferente, 16                 
         b. tratándolos de manera diferente, 17

Título: ¿Hay algo por qué vivir? 
Por: Ray C. Stedman 
Serie: Estudio de 2 Corintios 
Versículo: 2 Co. 5:6-17 
Mensaje No: 10 
Catálogo No: 3685 
Fecha: Noviembre, 1979