Nada más que la verdad

Por Ray C. Stedman


Estos primeros seis versículos de 2 Corintios, capítulo 4, contestarán a muchas preguntas en cuanto a por qué tantas personas no creen en el evangelio cuando lo oyen por primera vez, o incluso después de haberlo escuchado durante mucho tiempo. Contestarán a preguntas en cuanto a por qué muchos de los que creen el evangelio lo abandonan después de haber estado caminando en la vida cristiana por algún tiempo; y también responderán a preguntas en cuanto a por qué algunas personas que pensamos que nunca creerán en el evangelio, de repente sí creen. El pasaje comienza con una tremenda declaración por parte del apóstol Pablo, acerca de la reacción de él ante su propio ministerio:

Por tanto, puesto que tenemos este ministerio,[la palabra significa "este tipo de ministerio"] según hemos recibido misericordia, no desfallecemos. {2 Co 4:1}

A lo largo de todo este pasaje, él ha repetido ese tema -- "No nos desalentamos"; "No nos sentimos como que vamos a renunciar"; "tenemos confianza"; "estamos animados". Una y otra veez encontramos esa nota dominante a lo largo del pasaje. Me topo con muchos cristianos que se están desalentando hoy. Recientemente, en nuestro seminario de liderazgo, tuvimos a un pastor que venía de una iglesia en otra localidad, y que nos contó que hacía unos cuantos años él había evaluado su ministerio. Dijo que veía en él lo que se consideraba como una iglesia exitosa. Tenía una buena asistencia; la situación financiera estaba clara; y sin embargo, dijo que cada mañana tenía una severa sensación de fracaso y de vacío en lo que estaba haciendo. Cada vez más sentía que estaba pasando por movimientos religiosos, que no estaba logrando nada que tuviera un valor real y duradero. Nos dijo que su depresión era tan intensa y tan profunda que si no hubiera sido por la vergüenza que le habría ocasionado a su familia, él se habría quitado la vida.

Encuentro a muchos hombres en el ministerio que son así. Ahora bien, en un sentido, tal y como hemos visto a lo largo de esta carta, todo cristiano se encuentra "en el ministerio". Encuentro a muchos cristianos que están listos a renunciar, sintiendo que no están logrando nada. Pero cuando hablamos con ellos, descubrimos que, básicamente, ellos no se ven a sí mismos como Pablo se veía a sí mismo, esto es, como instrumentos de Dios trabajando. Se centran en lo que están haciendo para Dios, o, según como se sientan en el momento, en lo que no están haciendo para Dios. Parecen no entender la base para este ministerio del cual Pablo habla y que llama el "nuevo pacto", el nuevo acuerdo para vivir, el cual Dios ha provisto en Cristo.

En estos dos versículos que siguen, el apóstol nos da dos grandes razones por las que el nuevo pacto no permite el desaliento. Si han estado luchando con esto, sugiero que tomen esto muy en serio y consideren detenidamente por qué a veces se sienten tan desalentados. ¿Comprenden este gran principio que siempre evita que Pablo esté desalentado, a pesar de los muchos obstáculos con los que se topó? He aquí su primera razón, la cual se encuentra en la primera mitad del versículo 2:

Sino que hemos renunciado a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios. {2 Co. 4:2a}

Él dice, "Le hemos dado la espalda a las maneras y a las prácticas que traen desaliento". Ésa es la razón por la que él no se desalentaba. Siempre me asombra cuán actualizadas parecen estar las Escrituras. Pensaríamos que Pablo acababa de haber escuchado algunas emisoras radiales cristianas, o que acababa de haber visto algunos programas de televisión cristianos cuando escribió esto. Evidentemente habían personas en su tiempo que estaban predicando en iglesias y que estaban evangelizando, y que estaban practicando maneras ocultas y vergonzosas. Dependían de enfoques maliciosos e incluso adulteraban la Palabra de Dios. Pablo dice, "He renunciado a todo eso (si es que alguna vez hizo ese tipo de cosas)". "Veo que otras personas lo hacen, pero yo no quiero tener nada que ver con ello".

Noten en particular en qué consiste esto, porque esto le habla a nuestro propio tiempo. En primer lugar, él dice, "He renunciado a lo oculto y vergonzoso", esto es, a la práctica del engaño deliberado. De vez en cuando aparece algún artículo en los periódicos religiosos acerca de algún evangelista que contrata a convertidos a que se levanten en sus reuniones y que confiesen a Cristo, o que vengan al frente y que den algún testimonio de sanidad, a fin de hacer aparecer al evangelista como un éxito. Eso es un engaño.

Leemos acerca de escuelas dominicales que atraen y sobornan a las personas para que vengan a la iglesia. No hace mucho hubo un informe en los periódicos locales acerca de un pastor en San José que dijo que si lograba tener un cierto número de personas que vinieran a la escuela dominical, él predicaría desde el campanario de su iglesia. Obtuvo el número de personas que quería así que subió al campanario y predicó su sermón. Ésa es simplemente una forma de soborno, hacer que las personas vengan por alguna razón secundaria y superficial. Sé de escuelas dominicales que les dan dulces a los niños si suben a sus autobuses y vienen a la escuela dominical. Algunos incluso ofrecen premios, bicicletas, etc., a fin de hacer que los niños vengan. Eso es obtener una apariencia de éxito basándose en métodos equivocados, en engaños, en lo oculto y vergonzoso. He conocido a predicadores con títulos falsos que compraron sus diplomas por $ 10 ó algo así de alguna fábrica de diplomas en algún lugar. Ellos ponen sus nombres junto con un título para impresionar a las personas, diciéndoles que saben algo que en realidad no saben. Eso es engaño. Conozco a misioneros que enviaron informes a las iglesias que los apoyan en casa acerca de cosas que no tienen base en cuanto a hechos en su ministerio. Cuentan cosas que nunca ocurrieron, informan de logros en la predicación del evangelio que en realidad nunca se dieron, mintiendo deliberadamente en el nombre de Cristo. Sé de cristianos que cuentan la experiencia de otra persona como si les hubiera pasado a ellos mismos, y de esta manera mienten en el nombre de Jesús.

Pero Pablo dice, "Ya no necesito nada de eso". Cualquiera que depende de ese tipo de cosas obtendrá una apariencia de éxito, pero tarde o temprano el fondo se romperá y esa persona se quedará con intensos sentimientos de depresión, de fracaso y de locura. Pablo dice que se niega a andar con astucia. Ahora bien, ¿qué significa eso? Bueno, significa depender de algún truco psicológico que se le haga a las personas para hacer que respondan, de alguna táctica de presión intensa en alguna reunión, tal vez bella música seductora, para hacer que cedan, contando historias que hagan llorar a las personas, jugando con sus emociones, este tipo de cosas. Pablo dice, "Ya no necesitamos esto. No dependemos de eso".

En nuestro tiempo, esto principalmente es cuestión de participar en el espectáculo cristiano, viendo quién puede montar el espectáculo más grande para atraer a las personas a que vengan contratando un grupo musical especial, o trapecistas para que monten un número, etc., Pablo dice que ya no dependemos de ese tipo de cosas. Tampoco adultera la Palabra de Dios. ¿Pueden imaginar a alguien adulterando la Palabra de Dios en el nombre de Jesús? Sin embargo, sucede todo el tiempo. Pedro habla de aquéllos que "tuercen las Escrituras". En 2 Pero 3:16 está su referencia a las cartas de Pablo, en donde dice: "En las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen - como también tuercen el resto de las Escrituras - para su propia perdición". No es difícil hacerlo. Podemos tomar una gran palabra bíblica y darle otro significado, y usando el mismo lenguaje, hablar de algo totalmente diferente: La palabra "resurrección" es destripada de su contenido bíblico y se le da un significado que no tiene en la Biblia. A la palabra "Cristo" se le ha dado el significado de una persona o ser que no existe en la Biblia en absoluto. Sin embargo, las personas que nos escuchan usar ese tipo de lenguaje son engañadas. Eso es torcer la Palabra de Dios; y sucede todo el tiempo en nuestros días. Encontramos a personas que deducen que la Biblia es inferior a los descubrimientos del conocimiento moderno - los descubrimientos científicos de hoy en día han demostrado que está equivocada, por lo tanto, no es confiable. Esto es adulterar la Palabra de Dios, porque ningún descubrimiento científico ha demostrado jamás que haya algo en la Biblia que esté equivocado. Pero la manera más común de torcer las Escrituras es recurrir a lo que se llama la "prueba con textos". Esto cuando alguien llega a la Biblia con una idea de lago que quiere enseñar, y luego va por todas las Escrituras, cogiendo algunos pasajes aislados aquí y allá que parecen confirmar lo que quiere decir, y mencionándolos para que cuando las personas escuchen, digan, "Bueno, eso tiene fundamento bíblico; para eso él tiene la Biblia". Toda secta cristiana que alguna vez haya existido ha hecho eso. Pero desafortunadamente, existe un número de portavoces cristianos que gozan de gran respeto, mayormente hombres muy serios y piadosos, que todavía hacen esto mismo. Tal vez no son conscientes de lo que están haciendo. Toman parte de la Biblia y apoyan lo que dicen. Eso se llama "prueba con textos". Es "adulterar" la Palabra de Dios; y muchas personas están siendo engañadas hoy con ese tipo de enfoque.

Pablo Dice, "Yo ya no necesito eso. No dependo de ese tipo de cosas. De hecho, he renunciado a todo esto; lo he entregado todo. Me niego a practicar la astucia psicológica en las personas o a adulterar la Palabra de Dios". ¿Qué es lo que hace? Bueno, él nos dice:

...sino que, mediante la manifestación de la verdad, nos recomendamos a la conciencia de todo hombre en la presencia de Dios. {2 Co. 4:2b}

Ésa es la razón por la que Pablo no se desalienta. Él no tiene que planear detenidamente algún ardid nuevo que haga que las personas escuchen las buenas nuevas. Él sabe que la verdad es lo más emocionante y lo más atractivo que hay en el mundo. Él sabe que cuando venimos a las personas con la verdad acerca de ellas mismas, acerca de sus vidas, acerca del mundo en el que viven, cuando quitamos los velos de la ilusión y los engaños por los que los hombres viven en cualquier generación, y revelamos la realidad básica de lo que hay allí, entonces se nos presta atención al instante.

La prueba para cualquier religión no es si a las personas les gusta o si es cómoda y si las hace sentir bien. La prueba, por supuesto, siempre es, "¿Será verdad? ¿Encaja con la realidad? ¿Explica lo que pasa de tal modo que va de acuerdo con la experiencia básica de todo ser individual?" Lo grandioso acerca de las buenas nuevas es que es la verdad de Dios; es la revelación de la realidad de la vida que yace debajo. Cuando hablamos acerca de la Palabra de Dios estamos hablando de la manera en que las cosas realmente son.

En estas últimas semanas, Ron Ritchie y yo hemos tenido el privilegio de ir a los campus de una serie de universidades y seminarios y hablar, por lo general, a jóvenes cristianos. Pero en muchos de estos lugares encontramos que en realidad estos jóvenes no piensan en la Biblia como que es una revelación de la realidad. Piensan en ella como en algún tipo de condimento religioso para la vida, como en algún tipo de postre bajo en calorías que, si nos gusta, es rico, pero si no, en realidad no lo necesitamos. Ellos creen que las grandes verdades de la vida se encuentran en el mundo secular. En cada uno de esos campus tuvimos el privilegio de abrir el libro y comenzar a enseñarles lo que dice en un lenguaje que tal vez es fresco para ellos, pero que revela lo que la Palabra de Dios está diciendo. Y cada vez hemos obtenido una reacción instantánea de interés lleno de fascinación. Se sientan en silencio y nos escuchan como si nunca antes la hubiesen escuchado. De repente se dan cuenta que les estamos hablando acerca de ellos mismos, acerca de su sexualidad y de lo que ésta significa, acerca del matrimonio y cómo opera, acerca de cómo manejar la atroz carga de la culpa, y qué hacer con el temor y la preocupación cuando hace que tengamos nudos en el estómago.

Ésa es la realidad. De eso es de lo que Pablo está hablando. "la manifestación de la verdad" tiene un poder fascinante para atraer a las personas. Lo hizo cuando Jesús la proclamó. Por dondequiera que iba las multitudes estaban pendientes de lo que decía, y se maravillaban. Se decían, "No habla como los fariseos y los escribas, que citan a todas esas autoridades, etc. Sin embargo, lo que dice, suena como una campaña dentro de nosotros. Algo en nuestro interior dice, "Eso es correcto"". Ésa era la reacción universal a la predicación de Jesús, pero ésa es la verdad según como está en Jesús. Ahora bien, eso es lo que Pablo proclamaba. Él decía, "Vosotros os dais cuenta que no necesitáis de ningún ardid; que no necesitáis de ninguna propaganda; que no necesitáis sobornar a las personas ni hacerles algún truco para que vengan porque esperan otra cosa. Tan sólo desenvolved lo que Dios ha dado y ellas se sentirán tremendamente atraídas hacia ello".

Más aún, él dice, "Habla a la conciencia, y no sólo a la mente". Ahora bien, no quiero que me malinterpreten. La verdad va dirigida a la mente. Dios nunca deja de lado la razón humana. Él dirige la verdad para que la mente la considere, la sopese, y al evalúe. Pero la conciencia se encuentra detrás, y algunas veces la conciencia de un hombre es la que llega a él cuando su mente está rechazando la verdad. ¿No es eso extraño? Pablo lo sabía. Él dijo que no debemos discutir con las personas. Ésa es la razón por la que les advierte a los cristianos, "No contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha y lleva a los oyentes a la ruina", {compare 2 Ti. 2:14}. "No os enredéis en discusiones, porque así no podéis alcanzar a las personas. Decidles la verdad. Depended del hecho de que hay una voz dentro de ellas puesta por Dios, llamada "la conciencia", que incluso cuando sus mentes rechacen lo que vosotros digáis, ésta les seguirá diciendo, "Ah, sí, ¿pero ellos tienen razón, no es cierto?" Tarde o temprano esa voz llegará a ellas".

C.S. Lewis, el gran defensor inglés de la fe, dijo que cuando se hizo cristiano, lo hizo como un agnóstico intelectual. Dijo que cuando vino a Cristo, lo hizo como si lo hubiesen arrastrado, pateando y gritando, recorriendo rápidamente con la mirada en toda dirección, tratando de escapar. Su mente estuvo luchando contra ello todo el camino, pero su conciencia había sucumbido a la Palabra de Dios. Dijo que la noche en que vino a Cristo, fue el converso más renuente de toda Inglaterra. Pero vino, y se convirtió en uno de los más grandes defensores de la fe que el evangelio cristiano jamás haya tenido, aparte del apóstol Pablo. Bueno, eso fue porque su conciencia fue alcanzada. Pablo dice, "Es con eso con lo que cuento. No tengo que depender de mí o de mi personalidad y de mi capacidad para persuadir a las personas. Voy con una simple declaración de la verdad, y la convicción de que Dios puede llegar a la conciencia aun cuando la mente y las emociones rechacen lo que yo tenga que decir". Bueno, decimos, "si ése es el caso, ¿entonces por qué no hay más personas que crean en este evangelio?" Ésa es la pregunta que evidentemente le hicieron a Pablo, la cual enfrenta aquí en este momento, porque continúa diciendo:

Y si todavía nuestro evangelio está velado, para los que se pierden está velado, en los cuales el dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios. {2 Co. 4:3-4}

Quiero que tengan cuidado en la manera en que leen esto porque a menudo se malinterpreta. Algunos de los comentaristas que han escrito sobre este pasaje y cuyos comentarios he leído, lo ponen de este modo: Pablo está respondiendo a la pregunta, "¿Por qué perece la gente?" y su respuesta es, "porque está cegada por el diablo". Y luego, en efecto, pregunta, "¿Por qué la gente es cegada por el diablo?" Y su respuesta es, "Porque no van a creer".

Así es como a menudo se malinterpreta este pasaje. Significa, si lo tomas así, la razón básica para que la gente se pierda es porque se niega a creer, y eso es lo que le da una oportunidad al diablo para cegarla. Pero no es eso lo que dice Pablo. Es al revés: Las personas están pereciendo porque no creen; y no creen porque están cegadas por el diablo. Eso es lo que está diciendo. El dios de este siglo, el dios detrás de las escenas de los eventos mundiales, el dios a quien el mundo inconscientemente adora le rinde tributo en todo lo que piensa y dice y hace, les ha lavado el cerebro. Por lo tanto, no pueden entender lo que dicen las buenas nuevas; no creen en ellas.

Ése es un pasaje grandioso y revelador. Pablo dice que el velo es la herramienta del diablo. El diablo es responsable de la incredulidad de los hombres, y los hombres y las mujeres son víctimas indefensas en las manos del dios de este siglo. Ese velo es el engaño que dice que somos competentes para manejar la vida por nuestra cuenta, es ese sentido independiente de orgullo que dice, "No necesito ayuda: puedo manejarlo yo solo; no necesito ninguna muleta religiosa; no necesito ningún salvador". Tal y como se dice en las palabras del famoso poema de William Henley, Invictus:

"No importa cuán estrecha sea la puerta, Cuán cargado esté el pergamino de castigo, Soy el amo de mi destino: Soy el capitán de mi alma".

Ése es el velo que cubre las mentes de las personas y que les impide ver la muerte y la condenación que les espera al final de la gloria que se desvanece. Pablo dice aquí que el propósito del diablo es el de impedirles a los hombres y mujeres que vean que Jesucristo es el secreto para ser como Dios, de ser divinos, "...para que no vean el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, que es la imagen de Dios".

Una de las grandes pruebas de que la Biblia sabe de lo que está hablando en la vida es que confirma que en todas partes, por todo el mundo, en cualquier generación, en cualquier cultura o sin importar cuál sea su origen, los hombres anhelan ser como Dios. Quieren estar a cargo; quieren manejar cosas; quieren tomar decisiones finales en cuanto a lo que les sucede; quieren controlar a los demás y controlar los eventos de sus vidas y se frustran y se sienten desafiados si no pueden hacerlo. Anhelan ser como Dios. No hay nada malo con ello. Para eso es que Dios nos hizo. La mera dignidad de la humanidad es que desde el principio mismo, Dios tuvo la intención de que aquí en esta tierra, nosotros manifestáramos Sus cualidades y Su carácter. Él ha implantado eso en los corazones de los hombres y mujeres en todo el mundo.

Pero lo que está mal es nuestra arrogancia llena de orgullo que asume que podemos hacerlo por nosotros mismos, por medio de nuestros propios esfuerzos, por nuestro propio poder, por nuestras propias capacidades. "Podemos manejar el universo. No necesitamos a Dios". Ésta es la mentira, el velo, que el diablo usa para lavarles el cerebro a los seres humanos en todas partes, para impedirles que vean que la única manera en que alguna vez serán divinos será a través de Jesús. Él es el secreto de la piedad. Esa palabra es otra forma para la palabra "divinidad". Una persona piadosa es una persona divina, que refleja el carácter de Dios. El gran secreto que el diablo busca esconder es que Jesucristo es el secreto. Jesús lo dijo: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí". {compare Juan 14:6}.

Entonces, ¿qué esperanza hay de que cualquiera que haya sido cegado por el diablo creerá alguna vez en las buenas nuevas? Parece imposible, ¿no es cierto? Si un velo cubre sus mentes, y si, como ya lo hemos visto en el pasaje anterior, el velo es quitado sólo cuando alguien se vuelve al Señor- pero, a fin de volverse a Dios, los hombres deben ver la gloria de Cristo que el velo oscurece -- ¿qué esperanza hay? A partir de esto, es muy evidente que los hombres no pueden quitarse el velo por sí solos. Sólo Cristo puede quitarlo. Entonces, ¿cómo pueden los hombres ser salvos? Ésa es la pregunta que Pablo enfrenta, "Ah", dice, "allí es donde entra la predicación. Ésa es la razón por la que he sido enviado". Versículo 5:

Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por amor de Jesús. Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandecerá la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo. {2 Co. 4:5-6}

Ésa es una declaración fantástica. Debemos examinar cuidadosamente lo que ésta dice. Noten los puntos en ella: En primer lugar, el apóstol dice, "No busquéis ayuda alguna de nosotros. No venimos predicándonos a nosotros mismos. Nosotros, por nuestra cuenta, no podemos hacer nada por ustedes". El otro día escuchaba a un hombre por la radio que supuestamente estaba predicando el evangelio. Terminó su mensaje diciendo, "Si tienen fe en mis oraciones, entonces hagan esto y aquello". Eso no es predicar a Cristo. Eso es predicarse a uno mismo y eso es un falso evangelio. Algunas veces escuchamos a las personas decir, "Si tienen fe en mi ministerio, hagan esto y aquello". (especialmente "envíen dinero"), pero eso no es predicar el evangelio. Pablo dice, "Nosotros no hacemos eso; no nos predicamos a nosotros mismos. Si queréis saber dónde encajamos, pues ésta es nuestra posición: somos vuestros siervos por causa de Jesús. No somos vuestros amos; no somos vuestros dueños; no somos vuestros jefes; no venimos a deciros todo lo que haréis y a daros órdenes y a ser pequeños papas en cada iglesia a la que vamos. No, somos vuestros siervos. Hemos venido a ayudaros. Hemos venido a ministraros, a trabajar arduamente entre vosotros, a enseñaros y a instruiros, pero no estamos aquí para daros órdenes". El apóstol es cuidadoso en explicar eso claramente.

Por el otro lado, él quiere que comprendan, "Vosotros tampoco sois nuestros amos. No venimos a hacer lo que nos digáis que hacer. Somos vuestros siervos por causa de Cristo. Es Él quien nos dice que seamos vuestros siervos. Él es nuestro Maestro y nuestro Señor". Y luego hace que todos vuelvan sus ojos a Aquél que puede ayudar.

Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor. {2 Co 4:5a}

Ésa es la clave. En el primer siglo, ésta era la declaración fundamental de las buenas nuevas: Jesús es el Señor. No "Él va a ser el Señor algún día cuando vuelva", sino Él es el Señor. Cuando resucitó de entre los muertos, les dijo a Sus propios discípulos, "Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra", {Mt. 28:18}. Él tiene el control; Él está a cargo en este momento; Él está manejando la historia de la humanidad. Todos los eventos que se dan en el mundo hoy, ocurren porque Él los ha permitido o los ha llevado a cabo. Él está a cargo; Él es el Señor, y la necesidad de los corazones humanos en todas partes es ver que Él es el Señor. De entre varios versículos, existen dos en donde se explica muy claramente lo que es el asunto de la salvación:

porque: TODO AQUEL QUE INVOQUE EL NOMBRE DEL SEÑOR SERA SALVO. (Ro. 10:13)
... que si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo (Ro. 10:9)

Ésa es la clave. No es Jesús como Salvador. A muchas personas se les dice, "Si recibes a Jesús como tu Salvador, serás salvo". Pero en ninguna parte de la Biblia se dice eso alguna vez. Él debe ser el Señor. Él es el Señor sea que lo sepamos o no, sea que lo recibamos o no.

Pero cuando nos inclinamos ante ese Señorío, cuando sabemos que Él es el Señor, y consentimos en que Él ejercite Su Señorío en nuestra vida, entonces nos salva. El Señor es quien es; salva a quien salva. Cuando nos damos cuenta de que "está en [n]osotros, el cual ten[emos] de Dios, y que no so[mos] [n]uestros. Pues por precio [hemos] sido comprados" {1 Co. 6:19b-20a}, y estamos de acuerdo con ello, entonces no sólo es nuestro Señor, sino que comienza a librarnos, a salvarnos de nosotros mismos y del mundo a nuestro alrededor. Entonces, sobre la base del Señorío, Pablo prosigue diciendo que el momento en que una persona ve que Jesús es el Señor, el poder creador de Dios comienza a operar en su vida y la luz comienza a entrar a través de las tinieblas en que se encuentra; el velo es quitado. Noten cómo lo pone:

Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandecerá la luz, es el que ha resplandecido en nuestros corazones... {2 Co. 4:6a}

Nos lleva de vuelta a la creación, cuando todo el mundo estaba en tinieblas. Nadie podía hacer algo al respecto excepto Dios, quien dijo, "Sea la luz", {Gn. 1:3b}. De repente, de las tinieblas, la luz saltó en obediencia a la palabra creadora del Dios viviente.

Eso es lo que Pablo dice que debe suceder antes de que cualquier hombre o mujer se convierta en cristiano o cristiana. Dios tiene que volver a pronunciar esa palabra creadora, "que de las tinieblas resplandezca la luz". Cuando lo hace, las tinieblas desaparecen; la luz brilla en el corazón, tal y como Pablo dice que brilló en el suyo en el camino a Damasco: "La luz resplandeció en las tinieblas de mi corazón engañado, y vi que Jesús era el Señor". Prosigue diciendo que Dios, "es el que ha resplandecido en nuestros corazones, par iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo". Hace muchos años, un hombre vino a verme en respuesta a un contacto hecho por alguno de nuestros miembros de aquí que trabajaba en Lockheed. Se había hecho amigo de este hombre, un brillante ingeniero con una mente increíble, pero que era un agnóstico declarado. Habían hablado muchas veces, pero no mostraba apertura en absoluto al evangelio. Luego de un tiempo, este ingeniero cayó en una depresión muy severa que se tornó tan intensa y prolongada que eventualmente lo despidieron del trabajo. Pero eso sólo aumentó su depresión. Estaba tan taciturno y tan inactivo que su esposa finalmente amenazó con dejarlo, y todos sus hijos dejaron la casa. Se llegó a ver tan lastimero en cuanto a su terrible depresión que este amigo cristiano le preguntó si al menos consentiría en venir y hablar conmigo.

Así que se apareció a mi puerta y me contó su historia. Estaba tan deprimido que le era difícil hablar; no mostraba señales de esperanza alguna en absoluto. Le hice las preguntas usuales para saber en qué creía, pero él no creía en nada. No creía que había un Dios; no creía en Cristo; no creía en la Biblia; no creía que Jesús hubiera vivido alguna vez. Yo no podía encontrar fundamento de fe alguno. Después de tratar de ayudarlo durante una hora o dos, le dije, "Lo lamento. No hay nada que pueda hacer para ayudarlo. Pero no quiero abandonarlo. Creo que hay ayuda para usted. Si viene aquí cada semana me reuniré con usted y haré dos cosas por usted. La primera, le leeré la Biblia, y la segunda, oraré por usted. No sé lo que ocurrirá; eso es todo lo que puedo hacer, pero si está dispuesto a venir yo haré estas dos cosas". Para mi asombro, él consintió. Continuó viniendo semana tras semana. Le leía una porción de la Biblia, y le preguntaba, "¿Significa esto algo para usted? Pero él me respondía "No". Luego oraba por él, por su familia, y por su hogar. Para ese entonces, su esposa lo había dejado. Estaba viviendo solo en un apartamento, incapaz de seguir adelante en absoluto, incapaz de trabajar.

Pasaron al menos ocho meses, e hicimos eso cada semana sin fallar. Un día, le pregunté, "¿No hay algo que le haya leído que signifique algo para usted?" Me contestó, "Bueno, hay una cosa. Esta mañana estaba pensando en ello. El otro día usted leyó estas palabras de Jesús en el Huerto de Getsemaní, "Pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras". Eso de repente tuvo un significado para mí". Bueno, ¡no tuve el valor de preguntarle cuál fue ese significado! No significaba nada para mí en ese momento en relación con él. Pero le dije, "Si eso significó algo para usted, entonces permítame pedirle que haga esto: haga esa oración una y otra vez. Siempre que tenga la sensación de que necesita ayuda, cuando le esté entrando la desesperación, o en el momento que sea, haga esa oración". Dijo que lo haría.

Así que pasaron unas cuantas semanas más. Leía otros pasajes y nada hacía clic. Entonces, un día leí algo, y él dijo, "Ah, sí. Eso es bueno, ¿no es cierto?". Tomamos nota de eso y le pedí que lo memorizara y que lo dijera una y otra vez. Luego, un par de semanas más tarde, él encontró otra cosa, y gradualmente cayó la luz de la aurora en su corazón. La verdad comenzó a ser real en él; comenzó a entenderla. Orábamos semana tras semana, y cuando la luz comenzó a hacerse clara como el amanecer, se hizo más y más fuerte. Más y más de la Biblia comenzó a alcanzarlo, hasta que llegó el día cuando abiertamente reconoció que Jesús era el Señor de su vida y se rindió a Su voluntad. Luego comenzó a florecer y a crecer. Devoraba la Palabra de Dios, la leía incesantemente, hora tras hora. Eso fue hace 15 años, y todavía recibo cartas de él. Ahora vive en la Florida; se unió a un grupo cristiano allá. Su familia nunca regresó con él, pero sus cartas son las más exuberantemente radiantes y gozosas de todas las que recibo. No tiene sino alabanza y acción de gracias hacia el Dios viviente, el Creador mismo, quien quitó las tinieblas por una palabra creadora, una orden, que dijo en cuanto a la oscuridad de él, "Sea la luz". Aferrándose a ese solo rayo de luz, Jesús es el Señor, finalmente ese hombre fue transformado.

Eso es lo que Dios nos dice en estas palabras. ¿Dónde encontramos la luz de la gloria de Dios? En la faz de Cristo. ¿Y donde encontramos la faz de Cristo? En las Escrituras. Este libro trata acerca de Jesús. Los evangelios nos dan el registro de su increíble vida en la tierra; las epístolas explican las implicancias de dicha vida, de Su muerte y de Su resurrección, y de Su obra por nosotros; el Antiguo Testamento está lleno de anticipos en cuanto a Su carácter y a Su ser. Al leerlos y al dejar que el Espíritu de Dios los interprete, la "faz de Cristo" se hace más y más clara. Así es como la luz entra en un corazón entenebrecido.

¿Están caminando en tinieblas? Bueno, entonces comiencen a buscar la "faz de Cristo". Allí es donde brilla la luz. No en el Cristo del que oímos en todas las presentaciones populares a nuestro alrededor. No hay nada histórico en cuanto al Jesús que conocemos en muchas de las presentaciones de hoy. Frecuentemente ése es un Cristo falso. Pero en las Escrituras tenemos al Jesús auténtico, y el carácter y el amor de Jesús emergen en la comunión del pueblo de Dios. Vemos la "faz de Cristo" en los momentos de comunión y de oración. Eso es lo que acaba con las tinieblas y trae la luz en nuestras vidas. No tenemos que caminar en tinieblas en este día y en esta época cuando podemos mirar la "faz de Cristo", por cuanto "la iluminación del conocimiento de la gloria de Dios" está para que todos la vean.

Oración

Señor, te agradecemos por la luz que entró en nuestras tinieblas. Cegados por el diablo, convencidos de que teníamos lo necesario para manejar nuestras vidas lejos de ti, seguros de que teníamos lo necesario para servirte incluso después de venir a ti, fielmente nos has revelado, Señor, que somos víctimas indefensas lejos de la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. Ayúdanos a caminar en esa luz, para gloriarnos y regocijarnos en Aquél que nos ha amado y que ha venido y se ha dado a Sí mismo por nosotros, para que pueda vivir en nosotros y sea el Señor de nuestras vidas. Pedimos esto en Su nombre. Amén.


 BOSQUEJO DE 2 CORINTIOS 4:1-6
1. Oposición desde fuera, 1-6 
   A. Un ministerio no desalentado, 1-2               
      1. No necesita de apoyos falsos, 2a                  
         a. Maneras poco limpias                     
         b. Andar vergonzosamente                    
         c. Adulterando la Palabra de Dios            
      2. Depende de Dios obrando, 2h                   
         a. Declaración abierta de la verdad                      
         b. Dirigida a la conciencia  
   B. Un enemigo agobiante, 3-6            
      1. La obra del diablo, 3-4                   
         a. Su método -- el velo                       
         b. Sus víctimas -- los incrédulos                
         c. Sus dominios -- el mundo                      
         d. Su propósito -- esconder la luz                            
            (1) La gloria de Cristo                             
            (2) La semejanza a Dios             
      2. El poder de Dios, 5-6                        
         a. La proclamación correcta, 5                            
            (1) Jesús como Señor                                
            (2) Nosotros como siervos de Cristo                     
         b. La transformación soberana, 6                              
            (1) Un Dios creador                              
            (2) Una faz reveladora 

Título: Nada más que la verdad
Por: Ray C. Stedman 
Serie: Estudio de 2 Corintios
Versículo: 2 Co. 4:1-6 
Mensaje No: 7
Catálogo No: 3682 
Fecha: Octubre 28, 1979